martes, 5 de junio de 2012

La felicidad.

El viernes salí a dar una vuelta con la bici, aturdida con tanta y tan mala noticia de primas de riesgo, rescates, bancos chorizos... y aunque no tengo un duro y no entiendo de otra cosa que no sea trabajar y trabajar, mis sentimientos eran que la tierra se estaba desmoronando a mi paso.

Pero el sábado, ocurrió el milagro, empezó a llover y sin esperarlo ya, la balsa de mi huerto se lleno de agua, lo que me garantiza el riego para todo el verano. Mis arboles, mis tomates, lechugas, pepinos.... ya no volverán a pasar sed.




Con que poco, somos felices algunos.